Esto es una pareja que llevan poco casados, quiero decir que el
marido acaba de sentar la cabeza.
– Mariano, tengo un antojo de caracoles, por que no te bajas a la
pescaderia a comprarme unos cuantos?
– Que antojo ni que niño muerto, si no estas embarazada!
– Por fa… Marianin…
Y el tal Mariano, sabiendo lo que le espera (o mejor dicho, lo que
no le espera) esa noche si no va, accede diciendo entre dientes
– Cagu»en!
– Y vuelvete en seguida Mariano, que te conozco.
– Descuida Maria, en cinco minutos estoy aqui.
El tal Mariano no encuentra la pescaderia abierta, asi que se va
al bar a ver si le venden una racioncilla, alli le venden los caracoles y
se encuentra con Pepe, Venancio y Bartolo, sus antiguos compañeros de
correrias:
– Hombre Mariano!
– Que pasa! Cuanto tiempo!
– Manuel (al camarero) pon 4 cañas.
– No, no, que sean tres, que es que mi mujer me esta esperando
para que le lleve estos caracoles y…
– Jo, tio, como has cambiado!.
– Es que tengo mucha prisa, porque mi mujer me espera…
– Venga hombre, y le haces ahora el feo al Manuel que tiene que
tirar una caña. Hace un huevo que no nos vemos y solo nos dices adios,
jo tio, como has cambiadao!
– Bueno, una cañita nada mas…
Cuando casi se la han bebido:
– Anda, mira!, si viene el Nacho por ahi!.
– Manuel, pon otra ronda!
– Pero yo me voy que mi mujer me puede matar.
– Que triste, tio, como has cambiado! ni siquiera vas a saludar al
Nacho, con todas las juergas que nos hemos pasado.
– Bueno, pero solo saludarle.
Al final se toman otra ronda, otra y otra, cogen un colocon que te
pasas, se van a todas las fiestas de los pueblos en un radio de 50 km y al
cabo de tres dias le dejan al Mariano y a sus caracoles a la puerta de casa.
El Mariano no sabe que hacer hasta que se le ocurre una idea, sube a su
piso, pone a los caracoles en la escalera y llama a su puerta. Cuando abre
su mujer, le dice a los caracoles:
– Venga, vamos! otro escalon! que ya es el ultimo!
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