Una compañia fabrico un sistema para un conmutador que registraba
las llamadas telefonicas y calculaba los cargos de las mismas. Fue vendido
a una empresa, quienes a las pocas semanas de utilizarlo se quejaron
amargamente de que el sistema no estaba funcionando correctamente.
– Oiga – dijo el cliente – el sistema se ha trabado y no esta
registrando ninguna llamada.
El encargado tuvo que hacer un viaje por avion, y ahi se percato
que el sistema (que era muy flexible, pero por consiguiente un poco
complicado de operar) estaba siendo mal operado. Total, que informo a los
usuarios de cuales habian sido los errores de manejo y regreso a su ciudad.
Cinco dias mas tarde, le vuelven a telefonear informando que los
cargos del sistema eran «injustos». Sin poder arreglar nada por el
telefono, el tecnico les informo que ellos tendrian que cubrir los gastos
del viaje si demostraba que el sistema estaba siendo mal operado, a lo que
el cliente acepto. Durante este viaje, el tecnico permanecio dos dias en
la empresa, y no hubo ningun error. Entreno a la persona encargada (una
vez mas) y regreso a su ciudad.
Dias mas tarde, el tecnico con sorpresa descubrio que la compañia
decidio cancelar el contrato del sistema. Preocupado por esto, llamo al
cliente y le dijo que por favor aceptara que el viajara nuevamente sin
costo alguno, para verificar el problema, a lo que aquel respondio, con
toda la seriedad del mundo:
– No, ya no venga. Esta comprobado que su sistema nos odia y a
usted le tiene miedo.
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